miércoles, diciembre 13, 2006

Españoles esclavos

En 1865, según nos relata la Historia, terminó la guerra civil estadounidense, con el resultado de la victoria del norte sobre el sur, la imposición de las tesis del presidente Abraham Lincoln y, consecuentemente, la abolición de la esclavitud en los estados sureños. Nosotros, los españoles, vemos estos hechos con un deje de superioridad; nos parece que aquello de la esclavitud, en la segunda mitad del siglo XIX (hace, pues, apenas cinco o seis generaciones), es una más de las incongruencias del país más poderoso del mundo, capaz de ser lo mejor para tantas cosas, y lo peor, a veces brutal, para otras.

Sé de amigos a los que les gusta picar a sus amigos estadounidenses, sobre todo si son yankees, con el asunto de que hasta hace 150 años fueron unos cafres racistas que aceptaban la esclavitud del hombre en su seno.

Si sois de ésos, morderos la lengua, y dad gracias de que el estadounidense medio sepa más bien poco de la Historia del mundo.

La esclavitud humana dejó de ser legal en España algunos años después que en Estados Unidos. El reglamento que regulaba el fin de la esclavitud en las colonias de Cuba y Puerto Rico (las que quedaban) fue publicado por la Gazeta de Madrid el 24 de agosto de 1872. Desarrollaba una ley que fue leída en las Cortes por el ministro de Ultramar, Segismundo Moret, el 28 de mayo de 1870.

La crónica de dicha lectura publicada por la Gazeta (entonces la Gazeta era medio BOE, medio periódico) es un texto de lectura atentísima y demuestra que hubo un tiempo en el que nuestros gobernantes sabían utilizar altas palabras para expresar altos sentimientos (y no abusar de los anacolutos).

La abolición de la esclavitud en España es hija de La Gloriosa, la revolución que se levantó en España en septiembre de 1868 por un pueblo harto de los dejes absolutistas de la reina, Isabel II. La Gloriosa surgió de una voluntad tan radical de cambio que su eslogan no ofrece lugar a dudas: las gentes salieron a la calle gritando ¡Abajo lo existente!. Ninguno de los hombres que pertenecen a la revolución de Setiembre, afirmó Moret ante las Cortes, podría consentir por un momento que la libertad, a tan alto grado levantada en nuestra Constitución y con tanto encomio aclamada entre nosotros, no fuera bastante poderosa para redimir la más triste, la más desgraciada de las inconsecuencias humanas.

Y continuó: Era imposible que mientras en la Península nos levantábamos al más alto grado de libertad política escribiendo la Constitución de 1869, allá, lejos de nosotros, en las hermosas provincias de América, permaneciera en el fondo de una sociedad española, y como tal cristiana, abyecto y envilecido el pobre negro, reducido a la última de las condiciones a que puede conducir la negación de la libertad.

El exordio de Moret alcanza cumbres bellas de expresión al anunciar que, de ser aprobada la ley en esa sesión de las Cortes como lo fue, ya no nacerían esclavos en España y, además, aquéllos que siguiesen siéndolo verían endulzada su servidumbre contemplando nacer libres a sus hijos, mirando extinguirse en pacífica y tranquila calma los días de sus mayores; y teniendo la seguridad de que, variada ya su situación, cada hora que pase disminuye su esclavitud y los acerca a su redención.

Moret se felicitó del grande y consolador espectáculo de que la abolición de la esclavitud fuese presentada en las Cortes contando para ello con la anuencia de los propios propietarios de hombres; asunto en el que, ésta vez sí, podemos decir que estamos por encima de los estadounidenses, aunque la cosa, como veremos enseguida, tiene su explicación. Para el ministro, habría sido un opropio que se pensase, cito textual, que la bandera de Castilla ondea en los campos de América para cobijar la esclavitud. Y esta cita la dejo aquí para que quienes piensan que la concepción de España como una sola entidad es cosa muy antigua vaya dándose cuenta de que ha sido hasta antesdeayer por la tarde, en términos históricos, que hemos seguido distinguiendo los españoles a Castilla de la, por así decirlo, España no castellana.

En virtud de este deseo, se aprobó un proyecto de ley que terminaba con la esclavitud en 19 artículos. El primer artículo establecía que todos los hijos de madres esclavas nacidos desde la publicación de la ley eran declarados libres. Los niños nacidos entre el 18 de septiembre de 1868 (o sea, desde la víspera del día de la sublevación de Cádiz que inició La Gloriosa) y la fecha de publicación de la ley eran adquiridos por el Estado mediante el pago de 50 escudos por niño. Todos los esclavos que hubiesen actuado junto al ejército español en la sublevación de Cuba también eran declarados automáticamente libres. Asimismo, eran declarados libres, sin causar indemnización a sus dueños, todos los esclavos que tuviesen más de 60 años o en el futuro alcanzasen esa edad.

Vista esta regulación, podemos entender por qué la ley de abolición de la esclavitud se hizo con el consenso de los propietarios de esclavos. Es evidente que se daba cumplimiento a la obligación moral de abolir la esclavitud; pero ello se hacía sin comprometer el tejido productivo en Cuba y Puerto Rico, pues los esclavos que ya lo eran y estaban en edad de trabajar (esto es, ni eran recién nacidos ni eran viejos, porque a un esclavo le era muy difícil llegar a los 60 años de edad y, si llegaba, ya para poco servía) podrían seguir siéndolo mientras no cumpliesen 60 años.

El dueño de la esclava madre del niño que ahora nacería libre era responsable de éste. Según la ley, debía mantenerle, vestirle, asistirle en sus enfermedades darle la educación primaria y la necesaria para ejercer un arte u oficio. Eso sí, la ley también confería al dueño de la madre esclava del niño libre derecho a explotar su trabajo, sin retribuirle, hasta que tuviese 18 años. Con un notable tufo paternalista propio de la época, la ley establecía que, llegado el liberto (así los califica la ley, libertos, es decir esclavos liberados; con lo que la norma se desmiente a sí misma, pues en su origen declaraba que los niños nacían libres, o sea nunca habían sido esclavos) a dicha edad, cobraría la mitad del jornal de un hombre libre, cantidad de la que, además, percibiría sólo la mitad, guardándose la otra mitad «para formarle un peculio», que recibiría a los 22 años, porque era a esa edad, y no antes, cuando el liberto adquiría pleno uso de sus derechos civiles. Según el reglamento de desarrollo de la ley, los libertos no podrían, sin anuencia de su patrón, ni comprar, ni vender, ni ceder ni enajenar; lo cual quiere decir que eran libres, pero menos. Por mor de esta ley, por lo tanto, un niño nacido libre de madre esclava ese mismo 1870 no sería plenamente libre hasta 1892.

El esclavo era libre de decidir si quería pertenecer en casa de su antiguo dueño, en cuyo caso éste se convertía en su patrono y tenía la obligación de mantenerlo, aunque quedaba de su potestad pagarle o no salario por su trabajo. Asimismo, los esclavos que deseasen volver a África serían transportados. No he logrado encontrar referencias de si hubo, finalmente, viajes de este tipo.

Así pues, como vemos, fuimos más bien lentos, renuentes, a la hora de eliminar la esclavitud de nuestro ordenamiento jurídico. Para hacerlo, tuvimos que colocarnos bajo el palio de una revolución liberal que modificó bruscamente nuestra cultura política, tan bruscamente que nos llevó a un experimento tan catastrófico como la I República. Y, aún así, aún y a pesar de la decidida voluntad del liberalismo español de abolir la esclavitud, dicha abolición se hizo a pasos cortos, muy tenuemente, sin dejar, en el fondo, de considerar al esclavo como un ser en cierto sentido inferior por quien había que proveer, a quien había que dirigir y del que se podía sacar provecho sin salario o con medio salario.

Yo no sé vosotros. Pero yo no veo que, al menos en este punto, tengamos tanto que enseñarle a los yankees.

7 comentarios:

  1. Anónimo6:26 p.m.

    Menuda liberación de esclavos ... a los 22 años ... ¡Caray!

    Salud!

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  2. Anónimo12:22 a.m.

    una pequeña curiosidad, en el siglo xv almenos en europa, el comerico y la esclavitud estaban en decadencia y fue precisamente el descubrimiento de america lo que volvio a impulsar el "negocio"

    neko

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  3. Anónimo12:22 a.m.

    una pequeña curiosidad, en el siglo xv almenos en europa, el comerico y la esclavitud estaban en decadencia y fue precisamente el descubrimiento de america lo que volvio a impulsar el "negocio"

    neko

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  4. Anónimo10:26 a.m.

    Perdonad la pregunta que quizás no sea pertinente pero ¿porqué "gazeta"? Es decir, tendría que ser Gaceta y así se ve en la edición del 24 de agosto de 1872, que se consulta en la página del BOE (en la cual, por cierto, también se escribe gazeta).

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  5. Anónimo11:41 p.m.

    hola jajajajajajajjaaj co,mo estas porq no pones imagenes

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  6. Anónimo2:56 p.m.

    Isabel la Católica era cristiana hasta lo más profundo de su alma y desde el descubrimiento de las Indias tuvo bien claro que los indígenas allí encontrados eran hijos de Dios y tenían que ser evangelizados y tratados como auténticos seres humanos, y así lo dejó expresado en su testamento.

    Como prueba fehaciente de esto tenemos las Leyes de Indias, firmadas a puño y letra por reyes de España como Carlos I o Felipe II. Estas leyes pueden ser consultadas en el archivo de Indias de España o en la gobernación de países como Perú. Aquí transcribo una pequeña muestra de algunos títulos de los que forman estas leyes:

    “Que los Indios sean libres y no sujetos a servidumbre”

    “Que sean castigados con rigor los Encomenderos que vendieron sus Indios”

    “Que los delitos contra Indios sean castigados con mayor rigor que contra españoles”

    “Que los Encomenderos juren que tratarán bien a los indios”

    “Que los Indios del Brasil, o demarcación de Portugal, sean libres en las Indias”

    “Que se procure castigar a los que de la Villa de San Pablo del Brasil (territorio portugués) van a cautivar Indios del Paraguay (territorio español)”

    “Que se guarde lo contenido en cláusula del testamento de la Reina Católica sobre la enseñanza y buen tratamiento de los Indios”

    “Que los Virreyes y Audiencias se informen si son maltratados los Indios y castiguen a los culpados”

    “Que los Indios sean favorecidos y amparados por las justicias Eclesiásticas y Seculares”

    “Que los Indios en Filipinas no sean llevados por fuerza de unas Islas a otras”

    “Que entre Indios y Españoles haya comercio libre a contento de las partes”

    “Que los Virreyes de Nueva España honren y favorezcan a los Indios de Tlaxcala y a su ciudad y República”

    “Que no se traigan Indios a buscar sepulturas, ni hacer hoyos para sacar tesoros”

    “Que los Indios no sean obligados a hacer barreras ni limpiar las calles, sin paga”

    “Que ningún español ande en hamaca, ni andas sin notoria enfermedad”

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  7. Anónimo2:56 p.m.

    Las Leyes de Indias rigieron las tierras españolas del continente americano, y por tanto como demuestran estos títulos, los indígenas fueron bien tratados y jamás esclavizados. Ya que, los traficantes de esclavos, estaban fuera de la ley y eran castigados con mayor rigor por ese delito que por cualquier otro cometido.

    Cierto es, que con la llegada de los españoles muchos indios murieron de enfermedades, y la población indígena se vio reducida en un alto índice. Pero esto fue debido al contagio de epidemias y cepas que los españoles portaban desde sus tierras originarias. En el siglo XVI los avances científico-médicos no eran los suficientes para conocer esta situación, y la mezcla de civilizaciones propagó algunas enfermedades que no existían ni en uno ni en otro continente. Por tanto, la atribución de la bajada del índice poblacional de los indios a un supuesto genocidio español contra los indígenas es completamente falsa.

    Sin embargo, si esclavizaron, maltrataron y asesinaron a los indios de América los reinos de Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda y otros más. En dichos reinos la esclavitud estaba permitida y la practicaron abiertamente. Esto explica, que a día de hoy en Brasil, Inglaterra y en una gran parte de Norteamérica hay un altísimo índice de población de raza negra. Estos habitantes negros que conviven en estos lugares, no son otros que los descendientes de esclavos africanos que transportaron portugueses o ingleses en sus barcos hacia las tierras de las que eran dueños.

    También podemos observar que la población indígena de raza amerindia, abunda en lugares como Perú, México, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Chile, etc., todos estos fueron territorios de dominio español. Mientras que en países como Brasil y muchos estados de Norteamérica la raza amerindia no existe. Esto demuestra que portugueses e ingleses exterminaron cruelmente las poblaciones de raza autóctona americana de sus territorios. Para estos indígenas su única salvación fue la de huir a los territorios españoles donde sus vidas serían respetadas y no les convertirían en esclavos.

    Es curioso, que los países anglosajones como Inglaterra o Norteamérica que esclavizaron y exterminaron a los indígenas de diversos continentes, sean unos de los mayores propagandistas de la leyenda negra hispánica. No tienen que darnos lecciones sobre libertad los ingleses o norteamericanos que ellos han mantenido la esclavitud de negros hasta hace apenas un siglo, mientras España prohibió la esclavitud de cualquier raza desde que existe como nación.

    En conclusión, los españoles no tenemos que avergonzarnos de lo que hicieron nuestros antepasados en las tierras de América. La labor española en aquel continente fue prodigiosa. Las primeras universidades para indios las crearon los españoles en Perú y en Méjico y todavía hoy siguen en pie. Los españoles transmitimos toda la cultura que estaba a nuestro alcance y les hicimos una auténtica civilización. La misión evangelizadora de España en América ha sido la más grande de la Historia, y prácticamente la mitad de los católicos que existen hoy en el mundo es gracias a ella. Cuando uno pasea por las tierras de Perú, Méjico y otros lugares se queda sorprendido del amor que tuvimos los españoles a aquellas tierras, ya que están repletas de catedrales, oleos, cerámicas y de majestuosos edificios hispánicos. Obras de arte que fueron llevadas en barcos desde España hacia América para honrar al máximo aquellos parajes y a sus habitantes. Por ello, los españoles no debemos tener ningún complejo y defender con gran ímpetu y orgullo la Hispanidad que transmitimos a todos estos países americanos, hoy nuestros hermanos hispanos.

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