Rumania, ese chollo
A la sombra de los soviéticos en flor
Quiero rendirme
El largo camino hacia el armisticio
Conspirando a toda velocidad
El golpe
Elecciones libres; o no
En contra de mi propio gobierno
Elecciones libres (como en la URSS)
El último obstáculo, el rey
Con la Iglesia hemos topado
El calvario uniate
Securitate
Yo quiero ser un colectivizador como mi papá
Stefan Foris
Patrascanu y Pauker
La caída en desgracia de Lucretiu Patrascanu
La sombra del titoísmo
Gheorghiu-Dej se queda solo
Ana Pauker, salvada por un ictus
La apoteosis del primer comunista de Rumania
Hungría
Donde dije digo…
El mejor amigo del primo de Zumosol
Pilesti
Pío, pío, que yo no he sido
Trabajador forzado por la gracia de Lenin
Los comienzos de la diferenciación
Pues yo me voy a La Mutua (china)
Hasta nunca Gheorghe
El nuevo mando
Yo no fui
Yo no soy ellos
Enemigo de sus amigos
Grandeza y miseria
De mal en peor
Esos putos húngaros
El puteo húngaro
El maldito libro transilvano
El sudoku moldavo
La fumada de Artiom Lazarev
Viva Besarabia libre (y rumana)
Primeras disidencias
Goma
Los protestantes protestan
Al líder obrero no lo quieren los obreros
Brasov
No toques a Tokes
Arde Timisoara
El derrumbador de iglesias y monasterios
Qué mal va esto
Epílogo: el comunista que quiso sorber y soplar a la vez
lunes, noviembre 03, 2025
Ceaucescu (11): Con la Iglesia hemos topado
Los comunistas rumanos se movieron muy rápido para
convertir su país en un montaje estalinista. En junio de 1946, nacionalizaron las
empresas industriales, los bancos, las aseguradoras, las minas y las empresas
de transporte. Dada la complejidad de la medida, se tomaron más tiempo, hasta
el 2 de marzo de 1949, para eliminar todo rastro de propiedad privada en el
sector agrario. Por supuesto, también lanzaron su propia lucha contra los chiaburi,
versión rumana del kulak soviético. En apenas unos pocos días, el Ejército sacó
de sus casas a 17.000 familias y las estableció en otras áreas del país.