Tras la victoria de Maritsa, los turcos
tuvieron el campo abierto al oeste de sus posesiones balcánicas.
Diversas poblaciones fueron cayendo una a una y, lo que es más
importante, la nobleza local tomó conciencia de que no le podía
hacer la guerra a los islamitas. Lázaro, rey de Serbia, aceptó
pagar tributo a los otomanos; y Juan Chichman III, rey de Bulgaria,
le entregó a su hermana Tamara al sultán para que se casara. En
toda Bulgaria, el único Estado no tributario de los turcos era
Vidin, cuyo rey Stratsimir aceptaba la soberanía del rey de Hungría.