Tras los primeros intentos desamortizadores, que se produjeron más o menos en la esquina entre los siglos XVIII y XIX, llegó para la Historia de España un periodo de silencio en esta materia, provocado sobre todo por la guerra y por el viraje absolutista que tomó la España victoriosa de su revolución. Sin embargo, las corrientes liberales e ilustradas estaban ahí y el problema, como el dinosaurio de Monterroso, también. España tenía un problema grave derivado de su hiperreligiosidad social y de las consecuencias que ésta tenía para la estructura de la propiedad y la propia capacidad del país para progresar. Sólo era cuestión de tiempo que se plantease de nuevo.