viernes, noviembre 14, 2014
I am Pilgrim
Quién: Terry Hayes
Qué: I am Pilgrim
Con quién: Atria, 3 de diciembre 2014
En qué: en inglés. As far as I know, no hay edición en español, ni sé si alguien la está preparando.
La novela tiene algo que quien no es novelista rara vez llega a dominar. Quiere esto decir que cuando alguien llega a la novela desde el periodismo o, como es el caso, desde la profesión de guionista para el espectáculo audiovisual, siempre se le quedan a uno pegadas algunas lapas de lo que es su profesión habitual que, sin saber muy bien por qué, le estorban al lector. Los periodistas, por ejemplo, tienden a empezar lo más cerca que pueden del final (éste es, de hecho, el primer mandamiento del periodista); y, a menudo, cuando escriben ficción, como son conscientes del problema, lo dilatan en exceso (verbigracia, Pérez Reverte). Los guionistas de televisión y cine tienden a pensar que lo que no es visual, no es.
miércoles, noviembre 12, 2014
Sir John (3: malas noticias, los británicos temen que estalle la burbuja, y un francesito pollas)
Recuerda que ya te hemos contado:
La extraña combinación de circunstancias que puso a John Moore al mando de las tropas británicas en España.
Las opiniones no demasiado buenas que los ingleses se llevaron en su primer contacto con La Coruña.
El 23 de octubre, sir David Baird recibió, finalmente, permiso para desembarcar en La Coruña, no sin que un miembro de la Junta de Galicia hubiese tenido que viajar, a pelo puta, en una diligencia exprés, desde Aranjuez, para entregar el nihil obstat de la Junta Suprema. Eso sí, nada más pisar los ingleses la ciudad donde nadie es forastero (dicen), Baird fue conminado por la Junta gallega para hacer marchar a sus tropas a algún lugar distinto de la ciudad; incluso le sugirieron que hiciese esos traslados en paquetes de 2.000 soldados, movilizados en días distintos y a lugares distintos. Dicho de otra forma: los españoles les venían a decir que no había en la península una sola esquina que pudiese soñar con mantenerlos a todos ellos; mucho menos la ciudad de La Coruña. Estos detalles, por supuesto, han sido enterrados por el mito, mucho más conveniente, según el cual coruñeses e ingleses confraternizaron como buenos amigos para siempre means you'll always be my friend, na naino naino naino naino naino ná...
La extraña combinación de circunstancias que puso a John Moore al mando de las tropas británicas en España.
Las opiniones no demasiado buenas que los ingleses se llevaron en su primer contacto con La Coruña.
El 23 de octubre, sir David Baird recibió, finalmente, permiso para desembarcar en La Coruña, no sin que un miembro de la Junta de Galicia hubiese tenido que viajar, a pelo puta, en una diligencia exprés, desde Aranjuez, para entregar el nihil obstat de la Junta Suprema. Eso sí, nada más pisar los ingleses la ciudad donde nadie es forastero (dicen), Baird fue conminado por la Junta gallega para hacer marchar a sus tropas a algún lugar distinto de la ciudad; incluso le sugirieron que hiciese esos traslados en paquetes de 2.000 soldados, movilizados en días distintos y a lugares distintos. Dicho de otra forma: los españoles les venían a decir que no había en la península una sola esquina que pudiese soñar con mantenerlos a todos ellos; mucho menos la ciudad de La Coruña. Estos detalles, por supuesto, han sido enterrados por el mito, mucho más conveniente, según el cual coruñeses e ingleses confraternizaron como buenos amigos para siempre means you'll always be my friend, na naino naino naino naino naino ná...
lunes, noviembre 10, 2014
El hombre que sabía hacer las cosas bien (21)
En
julio de aquel mismo año, las resistencias respecto del flamante
secretario general comenzaron a hacerse aparentes. La primera pista
que recibieron de ello los kremlinólogos fue un extraño artículo
publicado por Pravda,
titulado Colegialidad
y responsabilidad.
«El espíritu colegiado», decía, «se hace patente cuando no se
permite llegar demasiado lejos en el ejercicio del poder». Frase
grandilocuente ésta que, es de suponer provocaría, una amarga sonrisa en los labios de muchos
opositores al régimen soviético, algunos de los cuales, si leyeron
el artículo, lo hicieron en los siquiátricos donde estaban
ingresados como si estuviesen locos.