Teóricamente,
esto es algo que los portavoces y diversos lenguaraces del Kremlin le
repetían entonces a los corresponsales extranjeros en Moscú,
el nombramiento de Leónidas Breznev como secretario general
del PCUS había abierto una nueva época. Tras la errónea
y narcisista era de Kruschev (en los nuevos tiempos, obviamente, les estaba vedado a estos transmisores de mensajes recordar que Stalin había sido aun peor en lo que se refiere al culto personal), se había llegado a una etapa de
verdadero socialismo en el que quien mandaba era la colectividad;
esto es, el viejo sueño de Lenin de una elite consciente
dirigiendo el país.
jueves, octubre 16, 2014
lunes, octubre 13, 2014
Sir John, 1: La incompetencia, las envidias y una enamorada fabrican un comandante en jefe
La Ciudad Vieja de La Coruña es uno de los lugares más pacíficos que existen. En la Ciudad Vieja hay un pequeño parque, y en el centro de ese pequeño parque, una tumba vacía. La tumba en la que una vez, ya no, estuvo el cuerpo del hombre a quien cabe el honor de ser el no coruñés históricamente más amado por los coruñeses. Bueno, hoy en día es posible que muchos coruñeses le otorguen ese entorchado a Bebeto, o a Juan Carlos Valerón; pero digamos que, durante mucho tiempo, ha sido sir John Moore quien ha merecido ese privilegio.
Los coruñeses, siempre proclives
a desenfundar esa condición cosmopolita que, cuando menos
ellos así lo piensan, los matiza, más que los
diferencia, respecto del resto de los gallegos, han guardado como oro en paño esta
figura, la figura de un general inglés a quien el destino
había llamado para alcanzar la gloria venciendo a Napoleón,
pero que hubo de morir en La Coruña. En
una pared del parque donde lo enterraron, las autoridades, hemos de suponer que municipales coruñesas, grabaron unas elogiosas palabras,
cuidadosamente seleccionadas, escritas por Moore sobre los gallegos;
sellando con ello un pacto de fama, una mutua fidelidad, que se mantiene a su
manera (manera ignorante, quiero decir; porque toda vida moderna
desdibuja los mitos antiguos).
Me gustaría contaros, a lo largo
de algunos capítulos, la historia de la presencia de Moore en
España, de su triste fin, de su legado. Debéis sentaros
cómodamente y tener una paciencia de días, porque la
jornada es larga. Moore no bajó del cielo en La Coruña
para morir como un Jesucristo moderno. En realidad, recorrió
media península para llegar al puerto gallego, en unas condiciones que se adivinan, digamos, comprometidas. Si nos
limitásemos a contar su batalla final y su muerte, no le
haríamos justicia. Y perderíamos matices. Como éste
que os quiero contar en este primer post, dedicado al porqué,
a la razón última de que sir John Moore acabase en
España. Que no es otra que las envidias, la rigidez y, al fin
y a la postre, la incompetencia. Sin olvidar el papel jugado por una mujer.