Hola.
Sólo os dejo unas líneas para significaros que en la biblioteca de este blog he colocado un enlace a una versión completa de las notas sobre la Anschluss y su desarrollo. El texto ocupa unas 140 páginas a doble espacio, qué le vamos a hacer.
Como una pequeña recompensa para quienes se molesten en ir hasta ahí, dicho texto incluye un epílogo que no ha sido publicado como post, así pues sólo se encuentra en el pdf.
A disfrutar.
viernes, septiembre 26, 2014
miércoles, septiembre 24, 2014
Anschluss (y 17: el fin)
Un referendo nacional, junto
con una altamente improbable reacción de Italia que incluyese
movimiento significativo de tropas en el Brennero, eran las dos
únicas cosas que Hitler podía temer de su plan de anexión de
Austria. La segunda, ya lo he dicho, la tenía razonablemente atada,
aunque él sabía, casi mejor que nadie, que el Duce era una persona
muy difícil de prever en sus reacciones. La primera no la esperaba,
porque confiaba en sus terminales no formalmente nazis en el gobierno
austríaco, fundamentalmente Guido Schmidt. Sin embargo Schmidt, y
esto es una opinión personal más que el fruto de una investigación
con conclusiones, también tenía unos límites como conspirador. Al
contrario que Seyss-Ynquart, Leopoldo y el resto de los
nacionalsocialistas austríacos, que tenían, por así decirlo,
descontada la posibilidad de perder sus vidas en el caso de un
enfrentamiento de Austria con Hitler que ganase la primera (lo que
pasa es que reputaban esa posibilidad muy remota); al contrario que
esta gente, digo, Schmidt aspiraba a no morir, en el caso de una
reacción antinazi, fusilado en las tapias de un cuartel en el caso
de vencer los legitimistas, o linchado en los alrededores de su
ministerio y de su casa, caso de producirse una incontrolable
reacción obrera. Fue ésta la razón, como digo à mon avis,
que justifica que Kurt von Schuschnigg, al fin y a la postre, acabase
manejando la hipótesis de un referendo, sin haber sido frenado con
anterioridad.
lunes, septiembre 22, 2014
Anschluss: (16: el NSDAP comienza a hacer de las suyas, y Von Schuschnigg camina hacia La Luz)
El 15 de febrero, a las
siete de la tarde, en el café Luitpold de Munich, comenzó la
celebración de la victoria por parte de los nacionalsocialistas
emigrados en Alemania. La verdad es que no todas las personas que se
dejaron ver por allí estaban muy felices. Los viejos miembros del
grupo de la Teinfaltstrasse, prácticamente todos ellos acogidos en
Alemania, habían leído adecuadamente la noticia de que
Seyss-Ynquart iba a entrar en el gobierno austríaco, y entendido que
era muy probable que ni siquiera regresasen a Viena. Leopoldo, Tavs e
Inder Mauer sabían que, a poco que Austria se pusiera de canto,
Berlín cedería a la hora de permitir que no regresasen a Viena. De
aquel primer grupo sólo quedaban en Austria Jury, protegido por
Menghin y Globotschnigg. Hitler nunca les perdonó que permitiesen
que la policía vienesa se hiciese tan fácilmente con una
documentación muy comprometedora que podría haber dado al traste
con la Anschluss si el gobierno austríaco la hubiese manejado de
otra manera (lo cual equivale, más o menos, a decir si se no se
hubiese dejado manipular por Guido Schmidt, valedor real de que
dichos papeles nunca viesen la luz).