Una vez que los dos
responsables de política exterior se encontraron dentro del gabinete
de Hitler comenzaron, como decíamos, las negociaciones propiamente
dichas. La principal dificultad de las negociaciones, en realidad,
fue la total indiferencia que mostró Hitler hacia los detalles de la
misma. Él ya había dicho lo que tenía que decir, y ya había
anunciado lo que iba a hacer. En realidad, todo lo que se estaba
hablando en ese momento se la pelaba.