En diciembre de aquel año, Delbos regresó de su viaje por la
Europa de Este y, unos pocos días después, compareció ante la
comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional. En unas
pocas semanas, el espíritu del ministro francés había cambiado
radicalmente. En noviembre se había mostrado, como hemos explicado,
totalmente implicado en la garantía de la independencia austríaca.
Esta vez, sin embargo, declamó, con una voz monocorde, como si fuese
la voz de un robot telefónico de atención al cliente, que en
Varsovia el coronel Beck le había dicho que no albergaba ningún
tipo de esperanza sobre el futuro de Austria. El coronel polaco decía
estar convencido de que la Anschluss era un hecho que ya nadie podría
parar y, de hecho, apostaba por la primavera de 1938 para su
producción.