En relativamente poco tiempo, Nikita Kruscher perdió pie en el poder
soviético. Y esto, como acabamos de insinuar, tiene razones muy precisas.
viernes, junio 20, 2014
miércoles, junio 18, 2014
Anschluss (9: Aquel año 37.2)
Tras una visita de lord Halifax a Berlín, el año 1937 comenzó a dar
sus últimas boqueadas en medio de una sensación generalizada en el continente
de que Hitler había decidido ya terminar con los temas austríaco y
checoslovaco, a cambio de lo cual había ofrecido a Inglaterra aparcar la
cuestión colonial, y a Francia renovar las declaraciones formales de paz. Los
hombres del gobierno nacionalsocialista hicieron llegar con claridad al
Ejecutivo francés su reivindicación de que una paz duradera sólo sería posible
si Francia permanecía detrás de la Línea Maginot y, consecuentemente, renunciaba a
tener una política activa en Europa Central.
lunes, junio 16, 2014
Anschluss (8: aquel año 37.1)
En noviembre de 1937, el Partido Radical francés celebró su congreso y
en él su miembro, y ministro de Asuntos Exteriores, Yvon Delbos, hizo su famosa
declaración afirmando que Francia cumpliría sus compromisos respecto de Checoslovaquia.
Aquel congreso, de alguna manera, clavó el penúltimo clavo en el ataúd donde
fue enterrada la intervención en favor de la República por parte de las
potencias democráticas. Quedaba prístinamente claro para todo el mundo lo que
ya lo era para cualquier persona medianamente informada desde el mismo día que
se había firmado el pacto germanoaustríaco: lo que realmente importaba en las
cancillerías europeas era el Este de Europa, y a esto era a lo que estaban
dispuestos a dedicar sus esfuerzos, entre otras cosas porque era la última
ocasión que les quedaba para hacer de Mussolini un líder alejado del nazismo.
Días después del congreso, el propio ministerio francés le aclaró al
gobierno austríaco, que para ello había hecho las oportunas consultas, que su
planteamiento era honrar sus compromisos con Checoslovaquia cualquiera que
fuese la forma de la agresión que sufriese el país. Con estas ideas en la
cabeza, Guido Schmidt, en su calidad de responsable de los asuntos extranjeros,
escribió en diciembre una carta a Göring, que había sido demanda por éste,
tomando posición en el tema de la posible invasión de Checoslovaquia con ayuda
de los austríacos. La respuesta fue: no. Y, con casi total seguridad, cuando
Göring se presentó en el despacho de su jefe con aquella cara, Hitler decidió
invadir Austria algún día.