viernes, noviembre 14, 2025

Ceaucescu (18): La sombra del titoísmo




Rumania, ese chollo
A la sombra de los soviéticos en flor
Quiero rendirme
El largo camino hacia el armisticio
Conspirando a toda velocidad
El golpe
Elecciones libres; o no
En contra de mi propio gobierno
Elecciones libres (como en la URSS)
El último obstáculo, el rey
Con la Iglesia hemos topado
El calvario uniate
Securitate
Yo quiero ser un colectivizador como mi papá
Stefan Foris
Patrascanu y Pauker
La caída en desgracia de Lucretiu Patrascanu
La sombra del titoísmo
Gheorghiu-Dej se queda solo
Ana Pauker, salvada por un ictus
La apoteosis del primer comunista de Rumania
Hungría
Donde dije digo…
El mejor amigo del primo de Zumosol
Pilesti
Pío, pío, que yo no he sido
Trabajador forzado por la gracia de Lenin
Los comienzos de la diferenciación
Pues yo me voy a La Mutua (china)
Hasta nunca Gheorghe
El nuevo mando
Yo no fui
Yo no soy ellos
Enemigo de sus amigos
Grandeza y miseria
De mal en peor
Esos putos húngaros
El puteo húngaro
El maldito libro transilvano
El sudoku moldavo
La fumada de Artiom Lazarev
Viva Besarabia libre (y rumana)
Primeras disidencias
Goma
Los protestantes protestan
Al líder obrero no lo quieren los obreros
Brasov
No toques a Tokes
Arde Timisoara
El derrumbador de iglesias y monasterios
Qué mal va esto
Epílogo: el comunista que quiso sorber y soplar a la vez

 



Teohari Georgescu, al fin y al cabo ministro del Interior, era la persona designada para realizar la denuncia pública de Patrascanu. Así se lo dijo Gheorghiu-Dej, quien le señaló el momento del cercano congreso del Partido, que tendría lugar del 21 al 23 de febrero, como el teatro lógico para hacerlo. Efectivamente, Georgescu utilizó su intervención en el Congreso para referirse a Patrascanu como “uno de los exponentes de la ideología burguesa” dentro del comunismo rumano.

Aquel discurso, en todo caso, no fue sino el señalamiento de la pieza. La Securitate comenzó, sin prisa pero sin pausa, a construir el caso Patrascanu. Tardaron cuatro meses, en medio de los cuales (28 de abril) Patrascanu fue detenido. A mediados de junio, en una reunión plenaria del Comité Central, se pasó una resolución en la que se explicaba que a principios de 1945 Patrascanu, “en contradicción absoluta con el Partido”, comenzó a trabajar para conseguir una colaboración efectiva con la burguesía. Asimismo, en 1946 defendió una alianza con “todo el campesinado”, incluyendo, por lo tanto, también a los explotadores.

El tema estaba siendo claramente dirigido por los soviéticos, y estaba íntimamente ligado a todo lo que estaba pasando entre Stalin y Tito. El 20 de junio, el Partido Comunista de Yugoslavia envió una carta en la que informaba fríamente de que tenía mucha plancha y que no acudiría a la reunión prevista de la Kominform, que se iba a celebrar a finales de dicho mes en Bucarest. La Kominform reaccionó expulsando al PCY, decisión que se hizo pública el día 28; y movió con la rapidez del rayo su sede, desde Belgrado hacia Bucarest.

La policía rumana, sin embargo, dio muestras de no tener del todo claro qué hacer con Patrascanu. Lo había detenido el 28 de abril; pero la cosa es que no estuvo formalmente arrestado hasta el 24 de agosto. Lo más probable es que los rumanos no tuvieran instrucciones claras de Moscú, sin las cuales no tenían demasiada idea de qué hacer, porque literalmente no tenían demasiada idea de hasta dónde podían llegar.

Entre el momento en que Patrascanu estuvo formalmente arrestado y el momento en que se produjo su primer interrogatorio pasaron cinco meses, ya que dicho interrogatorio se verificó en enero de 1945. La causa más probable de estos retrasos son los deseos de Moscú de sintonizar la purga de Patrascanu con la ejercida sobre determinados comunistas yugoslavos, como el juicio y ejecución de Laszlo Rajk en Hungría o el de Traicho Kostov en Bulgaria; sucesos que ocurrieron en septiembre y en diciembre, respectivamente. En 1967, ante la Comisión que se formó para la rehabilitación, sobre todo, de Patrascanu y de Foris, Gheorghe Pintile declaró que, durante aquellos tiempos, estuvo en contacto constante con tres asesores soviéticos, aunque sólo recordaba a dos: Alexander Milhailovitch Sakharovsky y otro que recordaba como Patriki. Según Pintile, estos asesores le dijeron que habían sido cocineros del juicio de Rajk en Hungría.

En todo caso, durante el año 1949, tanto Patrascanu como Elena, su mujer, fueron interrogados con intensidad en las oficinas de la Securitate en Calea Rahovei; interrogatorios en los que estuvieron más que presentes los asesores soviéticos que, de hecho, fueron los que llevaron la voz cantante. A finales de año, Sakharovsky fue nombrado enlace de la MGB soviética con el Ministerio del Interior rumano.

La Securitate, en todo caso, llevaba para entonces desde principios de 1948 desarrollando una estrategia dirigida al entorno de Patrascanu. En marzo de 1948, fueron arrestados Nicolae Betea, Anton Ratiu, Constantin Pavel y Remus Micsa, todos ellos buenos amigos de Patrascanu. En abril, como ya os he comentado, Patrascanu y su mujer fueron detenidos y sometidos a una especie de interrogatorio conducido por miembros del Comité Central del Partido (Teohari Georgescu, Iosif Ranghet y Alexandru Dragici). En agosto, otro hombre del círculo de Patrascanu, Alexandru Stefanescu. Luego, en 1949, se produjeron nueve meses de interrogatorios de Patrascanu y su mujer. En octubre de 1949, otro cuerpo de seguridad, el SSI, tomó bajo su responsabilidad dichos interrogatorios, en una serie que abarcó también a varios de sus amigos y que duró hasta mayo de 1950. En febrero de 1951 comenzó otra serie de interrogatorios, otra vez conducidos por la Securitate, incluyendo también a Remus Koffler, un viejo miembro del Partido con muchas vinculaciones con Foris. Claramente, lo que estaban intentando las fuerzas policiales era construir el caso de una gran conspiración contra el Partido.

Las averiguaciones más serias fueron las realizadas por los citados altos cargos del Partido, en la primavera de 1948. Comenzaron por interrogar a Patrascanu sobre su voluntad de abandonar el país, algo que el interrogado negó violentamente. La comisión del Comité Central no consiguió despegar la lengua del interrogado, y fue la que decidió a Gheorghiu-Dej que era necesario dar un salto represivo. Por esto se produjo el arresto formal el 24 de agosto, bajo la acusación contra Patrascanu de ser un agente de los británicos. Patrascanu fue finalmente trasladado a su casa del lago Snagov, donde se reunió con su mujer Elena y fue colocado bajo una fuerte vigilancia policial durante cinco meses.

El 19 de enero de 1949, por la casa del lago apareció Gheorghe Pintile,  acompañado por el coronel Valerian Bucikov, un asesor soviético que era responsable de la seguridad de Gheorghiu-Dej; e Iosif Ranghet, a quien ya hemos visto interrogando a Patrascanu, miembro suplente del Politburo rumano. Estos hombres se llevaron al matrimonio Patrascanu a un cuartel de la Securitate en Calea Rahovei, Bucarest. Ambos fueron emplazados en el sótano del edificio, en celdas separadas: de hecho, Patrascanu y su mujer ya nunca volverían a verse.

El 13 de diciembre se produjo el arresto de Remus Koffler, una pieza que los asesores soviéticos consideraban fundamental para “demostrar” que se había producido la organización de un golpe de Estado por parte de los comunistas disidentes que, sólo por casualidad, eran los que ellos se habían cargado o habían ordenado detener. Koffler fue torturado a gusto hasta que admitió que tanto él como Foris habían sido agentes de la “policía fascista burguesa-terrateniente”; y, sobre todo, admitió que en 1941 esta organización capitalista había reclutado a Patrascanu. El ex ministro de Justicia, de hecho, le habría pasado a la organización información muy valiosa sobre la situación de muchos comunistas; información que habría servido, entre otras cosas, para detener a Teohari Georgescu.

En la conspiración fueron añadidos, rápidamente, diversos miembros de organizaciones yugoslavas presentes en Rumania, así como amigos de Patrascanu: Herbert, normalmente conocido como Beliu, Zilber, Ion Mocsony-Styrcea, Alexandru Stefanescu, Jac Berman, Emil Calmanovici, Victoria Sarbu, Harry Brauner, Herant Torossian y Lena Constante. Los yugoslavos fueron acusados de ser agentes de Tito, mientras que los rumanos fueron acusados de formar parte de una red de espionaje montada por Patrascanu para los británicos.

Básicamente, el caso Patrascanu no deja de ser el caso Lazslo Rajk, sólo que traducido al rumano. Ya os he dicho que, de creer a Pintile, en realidad los asesores soviéticos que estaban en Bucarest montando las “pruebas” de la conspiración organizada por el ex ministro de Justicia eran los mismos que habían montado en Hungría la movida de Rajk, así que no hay mucho de qué extrañarse.

Lazslo Rajk era uno de los comunistas que había estado en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española. Cuando terminó la guerra, fue internado en un campo de prisioneros en el sur de Francia. En 1941, fue liberado gracias a los oficios de Noel Haviland Field, que era un agente de la NKVD que trabajaba como si fuera un voluntario de una ONG. Rajk regresó a Hungría; pero, una vez allí, los soviéticos comenzaron a mosquearse, no con su comportamiento, sino con el de Haviland, que mantenía diversos contactos con los estadounidenses; por lo que comenzaron a preguntarse si no habría algo maloliente en la liberación de Rajk.

En el verano de 1948, Mathias Rakosi, que era el líder del comunismo húngaro, fue llamado a capítulo en Moscú. Allí le explicaron que Rajk, que era su ministro del Interior, era en realidad un agente estadounidense infiltrado. El asesor de la MGB para la Europa sureste, general Fiodor Belkin, envió a dos generales, llamados Ligachev y Makarov, a Budapest, para que fuesen haciendo los preparativos del arresto de Rajk. El 30 de mayo, fue finalmente arrestado, y sometido a un largo interrogatorio, en todo momento supervisado por Belkin.

El juicio de Rajk se abrió el 16 de septiembre; durante el mismo, las declaraciones implicaron en su conspiración a Patrascanu. Más concretamente, uno de los acusados, Lazar Rankov, declaró que Patrascanu apoyaba los planes de Tito para crear una federación balcánica de democracias burguesas. Moscú había conseguido su vinculación entre Patrascanu y la movida yugoslava; una estrategia que estuvo ahí desde el principio y que, como os he dicho, justifica que las cosas con el ex ministro rumano fuesen tan despacio como fueron.

Fue pocos días después del juicio de Rajk, ya en octubre de 1949, cuando Patrascanu y su mujer fueron colocados bajo la custodia del SSI, es decir, el servicio rumano de espionaje y contraespionaje. Era cabeza de este servicio el teniente general Sergiu Nicolau, también conocido como Sergei Nikonov. El interrogador de Patrascanu fue Petre, o Piotr si lo preferís, Gonceariuc.

En las declaraciones posteriores que hizo durante el proceso de rehabilitación de Patrascanu, Gonceariuc negó siempre que tanto Patrascanu como su mujer hubiesen sido torturados. Eso sí, reconoció que, en una ocasión, después de que el ex ministro hubiese sido preguntado sobre sus relaciones con el ex rey de Rumania, Patrascanu había intentado suicidarse, cortándose las venas de las muñecas. Lo hizo usando una hoja de afeitar que alguien le pasó, y que Patrascanu rompió en diversos pedazos, para tragársela posteriormente, en un intento de que los policías no pudieran saber quién se la había dado. Los agentes del SSI atiborraron al detenido de laxantes para que cagase todos los trozos y así poder reconstruir la puta hoja. De hecho, lograron reconstruir completamente la hoja, aunque sólo para descubrir que los jugos gástricos habían hecho su trabajo, y que allí no quedaba ninguna huella digital. En todo caso, el objetivo fundamental de Gonceariuc fue conseguir que Patrascanu admitiese contactos con la inteligencia británica, a través de la figura de Harry Brauner y su mujer, Lena Constante. En 1952, cuando Gonceariuc fue trasladado a la DGSP, es decir, la Dirección General de Seguridad Popular, que estaba siendo absorbida por el SSI, todos los temas relacionados con Patrascanu, fueron transferidos al teniente coronel Ioan Siltutiu. Pintile dio órdenes expresas de que fuese así. Como se ha dicho, Patrascanu fue fundamentalmente acusado de conspirar con los británicos, aunque los cargos de titoísmo tampoco se olvidaron.

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